La gente es capaz de sacrificarlo todo, menos el dolor; quieren mucho sus propios sufrimientos, los idolatran; he ahí el error. Aprender a sacrificar uno sus mismos dolores, es lo interesante para despertar Conciencia. Claro, no es cosa fácil, el Trabajo es duro y va contra uno mismo; es algo muy duro, no es muy dulce, pero sí vale la pena ir uno contra sus propias iras, orgullos, celos, inercias, lujurias, envidias, codicias, glotonerías, etc., etc., y por los resultados de sacrificar esos elementos inhumanos, se va obteniendo el despertar de la Conciencia”.
SACRIFICAR EL DOLOR esa es la clave más extraordinaria que hay para ir logrando el despertar de la Conciencia, sólo así, dejamos de ser “muertos vivientes”.
Esos sucesivos despertares, a su vez van, dijéramos, acrecentando o intensificando el desarrollo de la Razón Objetiva, que pertenece, como ya dije, a la Mente Interior Profunda”.
“Hay que ir despertando la Conciencia y conforme uno va despertando la Conciencia, va pagando sus deudas, el Karma, y lo va pagando si uno, por ejemplo, se hace consciente del dolor que le produjo un negocio mal hecho. Supongamos, por ejemplo, que descubre que el “Yo” del egoísmo estaba allí activo; entonces lo desintegra y paga Karma; o si descubre que el “Yo” de la ambición estaba allí activo, paga Karma en su
vida por sacrificar el dolor; y así va despertando Conciencia y se va haciendo completamente libre del Karma”.
“Ahora, en la práctica hemos podido evidenciar que realmente los demás no son los que nos producen a nosotros los dolores; los sufrimientos los provocamos nosotros mismos.
Supongamos que a usted un ladrón le roba su cartera; al saberlo exclamará: “¡Quedé sin dinero!, ¿y ahora qué voy a hacer? Pero vamos a ver: ¿el ladrón nos produjo el dolor, o quién? Usted dirá que el ladrón, pero si se auto-explora, descubrirá que dentro de usted está el “Yo” del apego al dinero, o el del apego de la cartera y detrás puede estar también el “Yo” del temor que exclama: “Y ahora, ¿qué haré sin mi dinero?”.
“De manera que allí están el “Yo” del apego y el “Yo” del temor; esos “Yoes” producen angustia. Pero si uno a través de la Meditación comprende que el dinero es pasajero, que las cosas materiales son vanas e ilusorias; si se hace consciente de esta verdad, si esa verdad no queda simplemente en el intelecto, sino que pasa a la Conciencia; si llega uno a comprender que estaba apegado a su cartera y a su dinero, si llega uno a comprender que tiene temor de verse sin dinero frente a los problemas de la vida, entonces se propone, naturalmente, acabar con esos “Yoes”...”.
“Cuando uno dice: “Voy a sacrificar el dolor,porque éste es vano e ilusorio”, y le hace la disección a ese dolor y llega a comprender que en realidad es vano e ilusorio (porque una cartera o el dinero son puras sandeces), termina entonces desintegrando el “Yo” del apego al dinero y el “Yo” del temor. En esta forma se sacrifica el dolor. Al llegar a estas alturas, viene uno a darse cuenta quién era en verdad el que le estaba provocando el dolor, que no fue el ladrón el que le estaba produciendo el dolor, sino el “Yo” del apego a las cosas materiales y el “Yo” (pecado) del temor. Y lo viene a comprobar después que sacrifica el dolor, después de desintegrar esos “Yoes”, pecados o demonios, que se llevan en el interior. Entonces se comprende que las causas del dolor las lleva uno adentro de sí mismo, no fuera de sí mismos”.
“Indubitablemente, si uno no sacrifica el dolor, no será feliz jamás”.
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