domingo, 17 de agosto de 2014

Saber Vivir



        
 “Bueno, comenzaremos con nuestra plática de esta noche. Ante todo, mis estimados hermanos, se hace necesario saber Vivir. Esto es algo que debemos entender. Cuando platicamos con alguien, este nos cuenta los diversos sucesos de su vida. Nos habla, digamos, de acontecimientos, de lo que le sucedió en determinadas épocas de su historia, como si la vida fuera solamente una cadena de eventos. No se da cuenta la gente de que además de las circunstancias de la existencia existen también los estados de Conciencia. La capacidad para vivir se basa, precisamente, en la forma en que uno acierta a combinar los estados conscientivos con las circunstancias de la existencia.

Puede darse el caso de que una circunstancia que pudiera ser feliz no lo sea, debido a que no sabemos combinar el  estado conscientivo con el evento en sí. Cuando examinamos el mundo en el que vivimos, podemos verificar el hecho contundente, claro y definitivo, de que hay personas que querrían ser felices y no lo son. Hemos conocido muchos casos concretos de sujetos que tienen una buena casa, un hermoso coche, una magnífica esposa, preciosos hijos y dinero suficiente; sin embargo, no son felices. En cambio, hemos podido ver el caso de individuos pobres, que están necesitados, posiblemente gente trabajadora de pico y pala, que ni gozan de una hermosa mansión, ni tienen más dinero del que se necesita para un día de subsistencia, ni usan un precioso automóvil último modelo; y que, sin embargo, son felices en sus hogares... sus hijos, pobres pero limpios, aseados, y sus esposas hacendosas y sinceras.

Así pues, no es el dinero en sí mismo el que puede darnos la felicidad; todo depende de la forma en que uno sepa combinar los estados conscientivos con los sucesos, las circunstancias de la vida práctica.

Si alguien, colocado en magníficas condiciones, no está a la altura de las circunstancias, no sabe combinar inteligentemente los estados conscientivos con el medio en que se desenvuelve y vive, incuestionablemente será un desdichado. Empero otro que, aunque esté en circunstancias difíciles, sabe combinar los hechos de su vida práctica con sus estados de Conciencia, logra bienestar, prosperidad, felicidad, etc. Así pues, se hace urgente comprender la necesidad de aprender a vivir sabiamente.

Cambiando uno su estado de Conciencia cambian las circunstancias, eso es todo. No podrían cambiar las circunstancias de la vida si no cambiamos antes nuestros estados de Conciencia. Los invito pues, a Uds., a la reflexión más profunda.

Como vayamos permitiendo que se manifieste la Conciencia, como vayamos controlando la mente y el sentimiento para que no metan sus narices en donde no deben, el resultado será maravilloso porque, a medida que la Conciencia se halle activa, el proceso del despertar se acentúa.

 No solamente cambian todas las circunstancias que nos rodean, sino además comenzamos a notar que en las horas en que cuerpo físico duerme, Trabajamos y vivimos, digamos, fuera del cuerpo físico en forma más consciente.

Y así, a medida que la personalidad se va haciendo más y más pasiva, a medida que la mente y el sentimiento van siendo controlados para que no se metan en donde no deben, el despertar será cada vez mayor y así terminaremos convirtiéndonos en grandes investigadores de la vida en los mundos superiores.

 Quien quiera despertar ha de hacerlo aquí y ahora. Quien despierta aquí y ahora despierta en todos los rincones del Universo. Bien, mis caros hermanos, hasta aquí con esta plática”.

¡Paz Inverencial! 

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