lunes, 2 de septiembre de 2013

La importancia del Centro Sexual toda nuestra existencia


Si todas las cosas de la naturaleza vienen de ese molde llamado Dios, nosotros, las míseras criaturas humanas no seríamos una excepción, por lo cual podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que somos partículas infinitesimales de esa misma creación y que hemos tomado cuerpo, como una manifestación, en estado inconsciente, como partícula de Dios. A luz de la verdad, tenemos que afirmar, basados en la experiencia, que la materia es el medio que utiliza la Divinidad para su expresión empezando por una célula que se llama espermatozoo y óvulo. Esta es la etimología del ser humano. De tal manera que la semilla humana, nuestra simiente, es la condensación de ese Principio Infinito, de esa Sustancia Cósmica Universal, que desciende a los frutos y sustancias alimenticias que ingerimos. 

De esa Sustancia Creadora, el laboratorio humano fabrica la semilla, la simiente, y así nacemos, nos desarrollamos, nos reproducimos, etc. Mas el ser humano se ha preocupado por perfeccionar, analizar, clasificar, estudiar las semillas de la gran mayoría de las especies, y la única que no le ha interesado purificar y clasificar es la suya, hasta el punto de llegar a un grado avanzadísimo de degeneración de la especie humana en su aspecto físico, moral, social, político, anímico, espiritual, etc.; no obstante, a pesar de los múltiples adelantos científicos en el ámbito material, es casi nada lo que ha hecho para transformar su propia especie. 

El materialismo ateo ha llevado a los seres humanos a la más terrible negación de Dios, aferrándose a la materia, sin dar explicación del por qué ésta se convierte en energía y la energía en Espíritu, y el Espíritu viene de Dios y viceversa, o sea, que por muchas vueltas que le den tratando de ocultar el origen de todas las cosas, no podríamos esconder estos aspectos científicos que están a la vista de cualquier persona de cultura media. Por eso es que se hace indispensable el mejoramiento de la simiente humana, mediante un estudio consciente, etimológico y teológico de la raíz misma de nuestra propia existencia. Esto nos indica que mejorando nuestra semilla, mejoraría la calidad social, por lo que es necesario comenzar un proceso científico que cambie los valores de calidad inferior en valores de tipo superior. 

Pero para esto es prioritario ante todo, comprender la importancia del sexo. A través de muchos años el sexo ha sido considerado un tabú y siempre ha sido vetado por la humanidad; hablar del sexo era algo así como para quedar excomulgado, sin embargo, la humanidad aceptaba (y acepta) todos los vicios, aberraciones, sexopatías relacionados con el sexo. Fue a partir de la década de los sesenta que se ha ido cambiando un poco el concepto respecto al sexo, pero desgraciadamente, en su gran mayoría, en una forma negativa, que en vez de elevar y regenerar a la humanidad, ha venido aumentando su corrupción. 

No confundamos el sexo con lo obsceno, lo grosero, que sirve solamente para satisfacer las pasiones animalescas, donde nos sumergimos en los abismos de la Sinfrasexualidad. Si comprendemos a fondo lo que es el sexo, caeremos en cuenta que él es creador: por él concebimos, por él nacemos, etc. Esta gran creación de la naturaleza y del Cosmos sería imposible sin el sexo; las plantas, los animales y los seres humanos se reproducen gracias al sexo. ¿Qué ocurriría si le quitáramos el sexo a todas las especies vivientes? Pues nuestro planeta se convertiría en una Luna, en un cadáver. De tal manera, el sexo es lo más bello e importante de la creación. ¿Y qué tal si canalizáramos científicamente nuestra energía creadora? No hay duda que nos convertiríamos en seres superiores. 

 Infortunadamente la gente, que en materia de sexualidad no sabe que no sabe, siempre ha creído indispensable que el varón desarrolle desde el comienzo de la adolescencia lo que se ha llamado la “función natural eyaculatoria”, dizque para su buena salud, impulsándole a gastar su simiente, porque acumularla es “dañino”. Esto dio origen a los prostíbulos y casas de citas. Pero si analizamos esta situación, encontramos que estas eyaculaciones prematuras afectan su salud en todos los sentidos, porque el material genético a esta edad todavía no ha completado su ciclo de desarrollo, y las células sexuales que está malgastando las necesita para ese proceso evolutivo; y en cuanto a la “buena salud”, lo que hace es que se llena de enfermedades graves producidas por los estafilococos tales como las venéreas, sífilis, y qué decir del SIDA, etc.; obteniendo por lo general impotencia prematura, o refugiándose en las aberraciones inescrupulosas como el homosexualismo, masturbación, zoofilia, etc., etc. Estas son las consecuencias tan terribles de lo que podríamos llamar, la ignorancia de la humanidad sobre la importancia del sexo. 

Cabe aquí informar lo que nos han dicho los mejores psiquiatras, de que las funciones psicológicas (pensamiento, sentimiento, movimiento, instinto, sexo) de las personas se van deteriorando a medida que sobreviene el desgaste sexual a través de los vicios y aberraciones sombrías. Por ejemplo, en el caso de la función intelectual (porque sepamos, entre paréntesis), hay una relación directa entre el sexo y la mente, como nos lo han hecho ver los hombres de ciencia, el ser humano no sabe el daño que causa a su progenie o el mal que hace a la sociedad, al no vigilar su estado mental, que se encuentra degenerado por el abuso sexual; es bien sabido que no por el uso, sino por el abuso del sexo, las consecuencias contra la mente han sido desastrosas, hasta llegar a perder casi completamente los valores conscientivos; en estas condiciones la persona se idiotiza, cayendo en la neurosis. 

La neurosis, en sí, es cuando una función psicológica reemplaza a otra; digamos el caso del centro instintivo, del cual dependen los cinco sentidos. Muchas veces un varón ya en la situación de la relación sexual o cópula con el sexo femenino, que la debe afrontar con el centro sexual, lo sustituye con recuerdos de sensaciones tenidas tiempo atrás de orden olfativo, auditivo, etc.; es así como una función psicológica interfiere en otra función, en este caso, la sexual; así se crea la neurosis.  Por lo tanto, cuando una persona va programada, preocupada, al acto sexual, o con base de recuerdos de experiencias sexuales anteriores, de hecho lleva la neurosis; ésto origina una hipersensibilidad que lo deja listo a la proximidad de la eyaculación, es decir, ésto es el origen de la eyaculación precoz, que es considerada en la psiquiatría como una clase de impotencia sexual. 

Cuando alguien a través de la observación directa sobre sí mismo, descubre la importancia del sexo, sólo entonces dejará de tomar el sexo con curiosidad y sin tabú; porque adquirirá serenamente su conocimiento con criterio científico y moral, comprenderá que es un don de la naturaleza que debe cuidar como un tesoro, que lo hace partícipe de la creación; y que es una parte universal de la vida y una poderosa fuerza humana que trasciende la anatomía y fisiología para convertirse en valores espirituales; ésta es la razón por la cual en muchas partes del mundo se ve el sexo en relación directa con el Espíritu; como ejemplo de esto tenemos en las Escrituras Bíblicas, el Cantar de los Cantares, del Sabio Rey Salomón, donde usted observará una mezcla de lo religioso con lo erótico y de lo místico con lo sexual. 

Desde el mismo principio de nuestra existencia debemos hacer del sexo una disciplina teniendo en cuenta que su impulso o el deseo de utilizarlo, no constituye, como creen muchos, una fuerza incontrolable y oscura, sino por el contrario, es una energía psico-fisiológica, que puede ser influida por la educación y controlada por la voluntad consciente. Por eso es indispensable adquirir ante él, un sentido de responsabilidad sobre su uso; responsabilidad que nace con el conocimiento total de lo que el sexo significa y cuánto trasciende del individuo hasta su cónyuge, y en consecuencia, hacia el precioso fruto: los hijos. Quien no descubre la importancia del sexo, será víctima de los traumas sexuales tan comunes hoy, y que degeneran en desviaciones sexuales, labrándonos las futuras e irreparables tragedias sexuales... 

Ciertamente el problema sexual resulta en el fondo bastante espinoso, ya que todavía existe en el ambiente social en el cual nos desenvolvemos, muchos prejuicios incorporados y hasta perjudiciales para el conglomerado humano en general. En el sexo está el mayor poder que puede esclavizar al hombre llevándolo al fracaso, y también el mayor poder que puede liberarlo del dolor y de todo peligro de fracaso, en forma radical y definitiva. De todas maneras, es apenas normal que el tema sexual sea bastante agrio y provoque grandes discusiones obvias entre las gentes que lo condenan y lo alaban, que lo rechazan o ensalzan, sin antes haberse tomado el trabajo de examinarlo, analizarlo, estudiarlo y experimentarlo en sus aspectos creadores más profundos. 

Las gentes profanas en los estudios sexuales, suelen confundir los vicios y las aberraciones sexuales, las sexopatías, con lo que es en sí mismo el sexo; eso como es obvio, son dos aspectos completamente diferentes, y hay necesidad de saber distinguir muy bien el uno del otro. El sexo es un centro con manifestaciones muy bien definidas, es el mismo centro generador o creador, que nos eleva a la capacidad de ser semejantes a Dios, o sea, de crear; por eso se dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. ¿Qué sería de nosotros sin el sexo? Seríamos entes sin facultades creadoras, algo así como castrados; ya no seríamos seres a “imagen y semejanza del Creador”, sino seres sin ninguna importancia y desligados de la naturaleza y del Cosmos. 

El sexo es tan importante en la vida del ser humano, que hay necesidad de estudiarlo, cuidarlo y no degenerarlo con cientos de vicios y aberraciones; no debemos abusar de él, pues el que sufre las consecuencias es el organismo, porque él elabora las variadas sustancias bioquímicas que constituyen los elementos vitales para nuestra existencia; sin las cuales, él se deteriora, envejece y entra en decrepitud para luego morir; así venimos a 
sufrir las consecuencias y por consiguiente la pérdida de facultades importantes en lo psico-somático y en lo psico-fisiológico. 

No hay que confundir el sexo y la sexualidad normal, con la infrasexualidad, que es la sexualidad de tipo inferior, como es el caso de los masturbadores, adúlteros, zoofílicos, prostitución, homosexualismo, etc., que conduce a perder torpemente la energía creadora. Y es verdaderamente estúpido que teniendo una máquina tan maravillosa como es el cuerpo físico, que transforma etapa tras etapa el alimento que ingerimos, en la energía más importante para su salud, para su bienestar integral, para luego movidos por pasiones lujuriosas la perdamos en satisfacciones mediocres, convirtiéndonos en pobres criaturas esclavas de su mal uso. 

Una cosa es el sexo y otra muy diferente es que con él nos entreguemos a los vicios más abyectos y a las abominaciones más execrables; el sexo es el centro de gravedad de todas nuestras actividades; observe usted, por ejemplo, una fiesta, todo gira alrededor del sexo; en la reunión social del club, del salón comunal, etc., encontramos el mismo caso, siempre es así... 

Las sexopatías, se dan por actitudes negativas mentales que tomamos en su contra, violando sus principios, sus leyes, desconociendo lo constructivo y beneficioso que es para todos los actos vitales de nuestra existencia, porque si no lo respetamos como entidad creadora de la vida (porque se dice que Dios nos da la vida, ¿pero a través de qué instrumento nos da la vida? Pues a través del sexo), entonces no podremos respetar su concepción enmarcada en lo divino, ni podremos practicar lo bueno, lo conveniente, pues atrofiaríamos su significado, ya que es simple, sencillo y natural, y encaminado a los propósitos del Espíritu. 

El conjunto de glándulas que trabajan para la sexualidad (suprarrenales, próstata, ováricas, etc.) hay necesidad de estimularlas y cuidarlas en alto grado, con el fin de equilibrar las bases fundamentales que nos permiten mejorar la calidad de la vida individual y colectiva, para transformar así la calidad de nuestra sociedad. 

Un sistema práctico de cuidar el centro sexual, es no permitir que funciones como la pensante o la instintiva, por ejemplo, lo encaucen hacia reacciones meramente animalescas que generen luego toda clase de hábitos malsanos, o que lo encasillen en costumbres infrasexuales; sino por el contrario, aprendiendo a ver en él, valores altamente espirituales, como el de crear y volver nuevamente a crear, poner en él pensamientos puros, porque deviene de manos puras, de un Ser Superior que nos los dio, y que por eso siempre debemos conservarlo con todo su esplendor dentro de los principios del Amor y la Ley, para que pueda darnos las más sublimes notas vibratorias de felicidad, tranquilidad, paz y armonía. No conviene para el sexo, que nuestra mente interfiera con cualquier dosis de pornografía, sensualismo, lecturas morbosas, y cosas así por el estilo, porque lo sacan de su esfera gravitacional llevándolo al desastre total; ésto es como si sacáramos a un planeta de su orbita, marcharía peligrosamente dentro del concierto de los mundos y vendría finalmente a ocasionar una gran catástrofe, porque chocaría contra otras masas planetarias. 

Si el sexo nos fue dado para hacer creaciones de cuerpos físicos y cuerpos psicológicos, como el Cuerpo Celestial del que habla Pablo de Tarso, mediante un procedimiento antiquísimo conocido como el Coitus Reservatus, ¿por qué tenemos que sacarlo de su esfera y utilizarlo para realizar con él toda clase de aberraciones y sexopatías, si así no es creador? ¿Acaso practicando el homosexualismo, el lesbianismo, la masturbación, la zoofilia, etc., podemos crear en el ámbito físico o espiritual? Y si lo usamos para esas sexopatías, ¿acaso no lo estaríamos sacando de su cauce, de su esfera correcta? Es obvio que de hacer ésto, de cierta manera blasfemamos contra Dios y sus Leyes Divinas, porque esto infecta nuestra vida, ya que vamos contra el Principio Creador, contra aquello que nos da la vida en abundancia, contra aquello que llevamos muy dentro y llamamos “el Padre que está en secreto”. 

Toda actitud negativa que vaya contra los órganos creadores es algo que niega a Dios, y de hecho esta posición es una peste que corrompe nuestra mente y nuestro corazón, permitiendo que nuestra vida esté al servicio de valores inhumanos y antiespirituales. Cuando perdemos el respeto y la veneración al sexo, cuando desconocemos el más elevado Principio de Creación de él, entonces de hecho nos convertimos (como lo podemos observar de manera directa en el ámbito donde nos desenvolvemos) en una verdadera bestia humana, sin Dios y sin Ley, y aunque presumamos de “gran señor”, no pasamos de ser una lacra, renegando con hechos de nuestro Creador, que nos dio el sexo para que cada de uno nos creara como Él. Ya una persona así ha quitado de su mente y de su corazón la real imagen del sexo, y ni siquiera acepta que su propio creador (el sexo) y el Divino Arquitecto del Universo (Dios, el creador del sexo) son los artífices de ese maravilloso  centro creador. Gentes así, andan por la vida como cascarones, huecas, como un recipiente vacío, que sólo ven a su alrededor materia muerta, tal como está la Conciencia de ellas. 

Así pues, con el sexo podemos crear nuevas vidas, nuevos seres, nuevos hombres, imitando la labor divina; y también podemos crear en nuestro ámbito psíquico, por eso se nos dijo “Creced y fructificaos”. Así ponemos el sexo para beneficio de la familia, de la sociedad, del Estado, y sobre todo, y ésto es lo más importante, al servicio del Espíritu, para que realice réplicas de nuestro cuerpo físico en el ambiente psicológico; ahora comprendemos las palabras de Pablo de Tarso: “Primero es el cuerpo terrenal, luego el Cuerpo Celestial”; éste último es creación sexual en el ámbito espiritual con nuestros órganos creadores, aquí sólo cambia el procedimiento, o sea, en vez de utilizar su aspecto excretor usamos el incretor. 

Hasta hace poco se pensaba que las glándulas sexuales sólo eran glándulas excretoras, mas lo científicos comprobaron hasta la saciedad, que éstas tenían conductos incretores. De tal manera, si incretamos nuestras hormonas sexuales, éstas crearán en un plano interior superior, ¿acaso ésto es delito?... 

Ante todo debemos pensar en el sexo no sólo como una cuestión fisiológica; hemos de saber que en el sexo existe energía: La “energía sexual”. Aprender a manejar esa energía maravillosa del sexo significa ser amo de la creación, pero para lograr ésto se requiere conocer las leyes y principios de la Suprasexualidad. 

Entrar en el terreno Suprasexual es conocer el camino de las transformaciones extraordinarias de la sustancia semínica en energía creadora. Cuando el esperma se transforma en energía, se provocan dentro del sujeto cambios psico-somáticos extraordinarios. Desafortunadamente extraemos de nuestro organismo la entidad del semen y no sólo la extraemos para dar vida a otras criaturas, sino que lo extraemos porque nos gusta, porque es un gran placer; con ésta nos damos gusto en la lujuria, en lechos de placeres, gozando a lo lindo, pero el paganini han sido las glándulas endocrinas sexuales; son ellas las que han tenido que "pagar el plato roto". 

Veamos en el caso del varón, por ejemplo, lo que son los vasos hormonales de nuestras gónadas: Las hormonas sexuales pasan de vaso en vaso y cómo a lo largo de los cordones espermáticos llegan por último a la próstata, donde se producen las más grandes transformaciones de la entidad seminal; y las hormonas por último, entran al torrente sanguíneo. Cuando las hormonas sexuales entran al torrente sanguíneo, realizan prodigios. Cuando todas las glándulas endocrinas, ya sea esta la pineal, la pituitaria, la tiroides, la paratiroides, la timo, las renales, las suprarrenales, etc., etc., son estimuladas por las hormonas sexuales, entonces hacen que estos pequeños micro-laboratorios produzcan más hormonas; y si las hormonas de todas las glándulas endocrinas en general, enriquecen el torrente sanguíneo, entonces desaparecerían las dolencias, las enfermedades, la decrepitud, la vejez.

Desgraciadamente hoy por hoy, el esperma que es preparado por las gónadas y que luego asciende hasta la próstata, es despilfarrado y de esta manera se degeneran las glándulas sexuales y cuando ésto ocurre, se degeneran también todas las glándulas de secreción interna y el sistema nervioso líquido, entonces nuestro organismo pasa por todos los proceso de degeneración y viene la decrepitud y la vejez. 

Pero si hubiese un sistema que permitiera que esas glándulas sexuales no se degeneraran, no entraran en decrepitud, podrían conservarse todas las glándulas endocrinas y todo el sistema nervioso líquido en perfecta actividad, y por lo tanto no hubiera decrepitud ni vejez; así se podrían conservar las glándulas sexuales durante toda la vida. Esto significa que un hombre podría llegar a la edad de 90 o 100 años y aún más, con la capacidad de copular y de gozar libremente del amor. 

¿Existe acaso el sistema que pueda evitar la degeneración de las glándulas sexuales? Ciertos hombres de ciencia como John Noyes, Brawn Sequard, en los Estados Unidos, Krumm Heller, médico alemán, Carl Jung, etc., etc., han enseñado un sistema que consiste en la "Conexión del órgano sexual masculino con el órgano sexual femenino, sin eyacular jamás la entidad seminal ni dentro de la vagina, ni fuera de ella, ni en ninguna parte". Este sistema por la práctica y la experiencia de miles de personas que la han llevado a cabo, no permite que se dé la decrepitud del cuerpo físico. 

Esta clave no es una cosecha particular de nadie; nosotros la hemos aprendido de estos sabios y se la comunicamos a usted no como un dogma o un artículo de fe inquebrantable. Si usted quiere aceptarla o no, es cuestión suya; muchos la han aceptado, muchos también la han rechazado; sólo damos nuestra modesta opinión para lograr que nuestro organismo físico y nuestra psiquis se regeneren íntegramente...






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