Desde tiempos remotos los seres humanos buscaron el secreto de la renovación de la juventud, "La Fuente de la eterna juventud"; pero este objetivo no fue sacado del reino de la especulación, porque los infra-sexuales lo llevaron al campo del ridículo, hasta que aparecieron las primeras indagaciones científicas, primero con el célebre experimento de Brown-Sequard, en su propio organismo, en el siglo XIX; luego el Dr. Voronoff, desarrolló su método de la recuperación de la juventud, por la implantación de glándulas sexuales de simios jóvenes en varones viejos. Mas los resultados de este método sólo fueron temporales y más tarde fueron reemplazados por el método superior del profesor Steinach. Mientras Voronoff trataba de rejuvenecer hombres gastados mediante la introducción de hormonas de una fuente externa, el método de Steinach depende de la reactividad de las propias glándulas del individuo de manera que lleva a resultados permanentes.
El profesor Steinach recomendó que las secreciones sexuales no fueran eyaculadas, porque al no producirse la emisión seminal la sangre se enriquece con la lecitina y demás componentes preciosos del semen. Esto provoca un aumento de las hormonas sexuales y rejuvenece el organismo. En relación con el método de Steinach, el famoso Dr. Arnold Lorand, eminente endocrinólogo, dice:
"Refiriéndome a los experimentos de Steinach me place mencionar aquí el hecho de que hace más de 1.500 años, el gran médico de los hindúes Dwan Wantario, recomendó en su libro "Susharut", escrito en sánscrito, la retención del semen durante la cópula, Como manera de aumentar la fuerza del cuerpo y de la mente; realmente tal recomendación es popular entre los hindúes, lo que además es para ellos su precepto religioso".
La antigua cultura Indostán practicaba la unión sexual sin emisión del semen, con fines espirituales y conocedores que las secreciones internas de las glándulas sexuales Son absorbidas por el organismo, el que sería beneficiado poderosamente con los jugos de estas secreciones. Por lo tanto miles de años antes de Claude Bernad y Brown-Sequard, los hindúes apreciaron la grande importancia de las secreciones internas de las glándulas sexuales.
Los antiguos filósofos griegos sostenían ideas semejantes de respeto al valor fisiológico de la retención del semen.
Pitágoras, por ejemplo, exigía de sus discípulos, entre los que se encontraban los más grandes filósofos, médicos y matemáticos de la antigüedad, llevar una vida supra-sexual; llamó al semen "la flor de la sangre más pura", y advirtió su más cuidadosa perservación.
Platón, que fue supra-sexual, consideró al líquido seminal como venido del tuétano vertebral y manifestó que su pérdida sacaría del cuerpo toda la esencia de la vitalidad nerviosa.
Aristóteles, quien también fue supra-sexual, declaró el semen, la parte más importante en la alimentación.
Así como Hipócrates, afirmaba que entre el líquido seminal y el cerebro había cierta relación.
Epicuro advirtió a todo el mundo la necesidad de preservar el líquido seminal para obtener la más alta perfección en la Tierra.
Galeno sumó los puntos de vista de los médicos y filósofos de la antigüedad cuando escribió: "Con las emisiones seminales perdemos al mismo tiempo la fuerza vital, por eso no sorprende que la eyaculación demasiado frecuente en el coito enerve, porque priva al organismo de sus principales substancias",
Ya en el siglo XVII se notó que había una relación entre las glándulas sexuales y el cuerpo en total.
Riolan manifestaba que había conexión entre los testículos y el sistema nervioso, y que la fuerza, el valor y el vigor de los nervios se derivaba de estas glándulas, en tanto que los eunucos dejaron de dar señales de virilidad por su ausencia, También Ambroise Paré notó la degeneración en eunucos y animales castrados, Hacia el final del siglo XVII se descubrieron los canales de los testículos.
En el siglo XVIII, el gran filósofo Haller estableció en sus "Elementos de filosofía", que el semen después de acumularse en las vesículas seminales, es reabsorbido por la sangre y llevado a todo el organismo
Pero en verdad, el estudio experimental moderno de esta cuestión se inició en 1776, cuando Bordeau, médico francés, publico un libro titulado "Análisis médico de la sangre", en el cual él apuntó los efectos de la castración, Estas consideraciones lo llevaron a la conclusión de que las glándulas sexuales proveen al organismo de ciertas substancias químicas las cuales renuevan y restablecen la vida, dándole el necesario tónico vigoroso a todos los miembros, Tal fuente de vitalidad, decía él, falta en los eunucos y en los ancianos.
A Bordeau pertenece el mérito de haber tratado primero sobre la "secreción interna", demostrando que la influencia de las glándulas sexuales en el cuerpo, es debida a ciertas substancias químicas que ellas elaboran y que luego arrojan en la circulación.
El trabajo de Bordeau fue ridiculizado e ignorado por parte de los médicos franceses conservadores de la tradición; y se le olvidó por más de un siglo, En el año 1849 sus conclusiones fueron experimentalmente comprobadas por Berthold, quien encontró que cuando se transplantaban los testículos de los gallos volvían a ser capones.
Berthold confirmó que las glándulas sexuales ejercen su influencia en el organismo por medio de ciertos productos químicos que introducen en la sangre, Dijo al respecto: "Estas sustancias son llevadas por la sangre a todo el organismo beneficiando sobre todo al sistema nervioso".
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