Una vez producida la separación de los sexos (Adán-Eva), Dios ordenó a la pareja la manera en que se llevaría a cabo la cópula o unión sexual, y el Génesis hebraico mediante una bella metáfora ilustra esta cuestión así:
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
Para comprender correctamente el sentido de esta alegría debemos apelar a la Cábala hebraica. Los judíos tienen tres libros básicos donde dan a conocer su doctrina: La biblia que es el cuerpo de su doctrina; el Talmud que es el alma de su doctrina y la Cábala que es su espíritu. La Cábala nos dice que “el árbol de la ciencia del bien y del mal”, es el sexo; y comer su fruto significa “la cópula con eyaculación seminal”; y no comerlo alegoriza la “unión sexual entre los esposos sin eyaculación seminal”. Sin conocimiento de la Cábala judía no es posible capturar, aprehender este mandato divino. Mientras la antigua humanidad cumplió con este mandamiento divino, nuestros primeros padres vivían felices en el Paraíso.
“Pero la serpiente (del instinto sexual) era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho:
"No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.
Hasta este momento los seres humanos que habitaban en el Edén eran inocentes, porque aún no habían comido los frutos del árbol del bien y del mal; hasta ese momento la pareja era divina, el hombre y la mujer en el Edén, gozaban de las delicias del amor.
Pero…”Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, él comió así como ella”.
Si apelamos a la cábala hebraica comprendemos en que consistió la caída y sus fatales consecuencias, pues:
“Echó, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto del Edén, querubines, y una espada encendida que se revolvía a todos lados para guardar el camino del árbol de la sabiduría”.
Así, de esta manera la pareja perdió sus poderes divinos cuando violó el sexto mandamiento de la Ley de Dios, que dice:
“No fornicar”.
Antiguamente, cuando el hombre no había salido del Edén, el acto sexual solamente se verificaba dentro del recinto de los Templos de Misterios, bajo la dirección de los Ángeles. En esos tiempos antiguos el hombre tenía poder sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas, sobre todas las especies vivientes, sobre toda la naturaleza entera, tal como lo dice el Génesis hebraico…
Para ese entonces existió el sistema de reproducción por Kriyasakti, es decir, se reproducían sin eyacular el semen; esto ya está demostrado por la Ciencia Oficial, debido a los tantos miles de casos que se han presentado. Esto ocurría mucho antes de que la raza humana hubiera caído en la generación animal.
Las gentes, los Hombres verdaderos de la época se reproducían ciertamente por Kriyasakti. Pero eran Hombres y su sistema de reproducción no sería aceptado hoy en día por los “animales intelectuales”. Porque el sistema de reproducción de los Hombres verdaderos es el de Kriyasakti: es un sistema sagrado que causaría risa y rechazo a los antropólogos materialistas, aún más, se sentirían ofendidos. Entonces el sexo se consideraba sagrado, jamás se eyaculaba el “Esperma Sagrado”.
El esperma era considerado como materia venerable. Cualquier zoospermo maduro se escapaba para hacer fecunda una matriz y la raza humana poseía ingentes poderes, facultades extra sensoriales que le permitían conocer todas las maravillas del Universo y del Cosmos. Por eso se dice que vivía en estado paradisíaco. Pero cuando el hombre cayó en la generación animal, es decir, cuando comenzó a eyacular la entidad del semen, se precipitó la involución. Incuestionablemente el “animal intelectual” no podría jamás aceptar el sistema de reproducción por Kriyasakti precisamente por su condición de “animal”. El sistema de Kriyasakti no es para los “animales intelectuales”, es para los Hombres, son dos reinos distintos. Así que, en realidad, de verdad no debería sorprendernos que los “animales intelectuales” de la Antropología Materialista rechazaran el sistema de reproducción por Kriyasakti, y tienen hasta razón en rechazarlo, pues tal sistema no es para los “animales intelectuales”, reiteramos, sino para los Hombres.
No quieren entender siquiera lo que significa la palabra Edén. Ed-en, en su etimología, hay una raíz griega que explica tal palabra: Voluptuosidad. Así que Edén significa Voluptuosidad. El Edén es el mismo sexo.
En Jeremías, 21: 8, también encontramos las dos formas de realizar el acto sexual:antes de la salida del Edén y después de la expulsión: “He aquí que yo pongo delante de vosotros dos caminos: El de la vida y el de la muerte”. Esto significa que el hombre y la mujer pueden utilizar el contacto sexual y las delicias del amor y de los besos para convertirse en “Dioses” o en “Demonios”.
En todos los libros bíblicos encontramos que desde el amanecer de la vida existe una gran batalla entre los poderes de la Luz y los poderes de las Tinieblas. La raíz secreta de esa
batalla está en el sexo.
Existe la correcta interpretación de los Misterios del Sexo. Los Magos Blancos nunca
derraman el semen. Los Magos Negros siempre derraman el semen.
Un gran conocedor de los Misterios Sexuales ha dicho: “Los Ángeles hacen subir la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes por el canal medular, como lo hizo Moisés en el desierto. Los Demonios hacen descender la Culebra hacia los infiernos atómicos del hombre. Los Dioses y los Demonios viven en eterna lucha. Los Dioses defienden la Doctrina de la Castidad. Los Demonios odian la castidad. En el sexo está la raíz del conflicto entre Dioses y Demonios”
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