domingo, 17 de febrero de 2013

¿Fue el mal uso del sexo el pecado original?




En el siglo IV de nuestra era, san Agustín de hipona señaló que el “pecado original”, (expresión utilizada doscientos años antes por Tertuliano) no se limitó a Adán y Eva, sino que se transmite de generación en generación a toda la humanidad mediante el acto de procreación mediante la lujuria y sólo se redime mediante el bautizo (quienes cumplen el pacto de Magia Sexual).  
         
Este planteamiento que parece tan incomprensible, es explicado por el Gnosticismo. En la teología de los gnósticos es donde puede verse mejor el verdadero significado de las tesis de San Agustín. Cuando el Obispo de Hipona transmitió la idea de que “el acto sexual fue el primer pecado de la humanidad, con todas las consecuencias nefastas que tal doctrina ha tenido para el normal desarrollo de la sexualidad de muchos seres humanos”, en sí no se refiere al acto sexual en sí mismo, sino a la perdida de las secreciones sexuales, como más tarde lo señala el Levítico XV (Biblia de Nácar y Colunga, porque las neo-cristianas, han adulterado al texto).  
         
En realidad de verdad, no fue propiamente el uso del sexo el pecado original, porque fue el mismo Dios quien ordenó a Adán y a Eva a unirse en coito para procrear y multiplicarse. La toma de conciencia de la desnudez significa que el hombre y la mujer con la eyaculación de las secreciones sexuales acabaron con el connubio amoroso, con la felicidad divina, pues dejaron de glorificar la cópula; olvidaron que "el himno de alabanza más magnífico y sagrado, el anhelo más noble del hombre y su compañera tras la unidad primitiva y las delicias paradisíaca”,, es la uniónsacrosanta en el acto sexual.
         
San Agustín, San Clemente de Alejandría y muchos Padres de la Iglesia, destacan el carácter sublime y divino del acto carnal; pero toman una posición decisiva contra la profanación de tal acto que satisfacen en él únicamente su lujuria bestial. Un gran teólogo manifiesta que cuando vamos al acto amoroso con lujuria y deseo libidinoso, es porque no hemos comprendido ni visto que el amor es el Fiat Lux del "Libro de Moisés", el mandato divino, la Ley para todos los continentes, mares, mundos y espacios; y debemos ver en él, un acto sobrenatural, una reminiscencia paradisíaca, el más bello de todos los himnos de alabanza dirigidos por la criatura al Creador, el Alfa y Omega de toda la creación. 
        
San Pablo en una de sus cartas nos amonesta diciéndonos: “… Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación (eyaculación del “Ens Se minis”); que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor;  no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios… 
         
Aquí San Pablo se refiere a la unión sexual entre la mujer y el varón, conocido en las antiguas teologías, como el Sacramento de la Iglesia del Amor, si pretendemos practicarlo pensando, sintiendo y actuando con morbosidad, lascivia, con deseo sexual carnal, con lujuria, con deseo desordenado e incontrolable es profanado  por quienes lo realizan, aun cuando lo hagan con buenas intenciones o “dizque” con amor.  
         
Lutero denomina a los órganos sexuales las “Partes Corporis”. Manifestando: “Fue por el pecado (original: eyaculación del “Ens Seminis”) donde los miembros más útiles y honestos se convirtieron bonestissiamae et prasteantissimae en lo más vergonzoso”. 
         
Sin duda alguna, la base de esta práctica sexual, antes, ahora y siempre, es el “Coitus  Reservatus”, en el cual el esperma que ha bajado del encéfalo hasta la región prostática (pero que no ha sido eyaculado) su energía retorna al cerebro; esto es lo que se denomina “hacer volver la sustancia”. 
         
Sean cualesquiera las objeciones que se formulen frente a la realidad de este retorno, es bueno concebir que para esto debemos tener un dominio cerebral de los instintos  elementales para mantener el grado de excitación genésica por debajo del umbral de la eyaculación; esto da al acto sexual un estilo nuevo y una finalidad distinta a la fecundación. 
         
El pecado de Adán y Eva fue la concupiscencia que es abominación; el error de la primera pareja fue caer como una bestia en el lecho de Procusto. La Gnosis enseña que en vez de la incontinencia fatal de la Líbido sexual mejor es orar; escrito está con palabras de fuego en el Libro de todos los Enigmas que el coito es una forma de la oración. El patriarca gnóstico San Agustín dijo enfáticamente: “¿Por qué no hemos de crear que los humanos pudieran antes de la caída en pecado dominar los órganos sexuales lo mismo que los restantes miembros del cuerpo, a los cuales sirve el Alma a través del deseo sin molestia ni excitación?” 
         
San Agustín propone la tesis incontrovertible de que solo tras el pecado o tabú se formó el Líbido (agitación despótica o arbitraria carnal o instinto, potencia sexual incontrolada): “Tras el pecado, la Naturaleza, que antes no se avergonzaba, sintió el Líbido, se percató y avergonzó de él, porque había perdido la fuerza soberana que originariamente ofrecía a todas las partes del cuerpo”. Este fue el motivo de la vergüenza de la primera pareja por sentirse desnudos. Esto ,lo podemos juzgar por lo que dice el original bíblico: “La Biblia no dice que sientan vergüenza el uno del otro por su desnudez, sino ante Dios. La palabra hebrea que se utiliza aquí por desnudo (eirom) describe una falta de ropaje sin connotaciones sexuales”. 
         
En la sexualidad gnóstica o Suprasexualidad se conoce que “El secreto de la felicidad del Dios Intimo de cada criatura consiste en la relación de El consigo mismo”... 
         
“El propio estado divinal es fuera de toda duda el de la dicha suprema, un deseo y goce sexual que permanecen invariables en Eones, y  que proceden de la relación de la Divinidad consigo misma”... 
         
Escrito está con carbones encendidos en el libro de la vida, que toda clase de pecados pueden ser perdonados, menos los pecados contra el Espíritu Santo. La Fuerza Sexual, el Sexo, es el Poder del Espíritu Santo. El adulterio, la fornicación, cualquier delito sexual, es pecado contra el Espíritu Santo. 

1 comentario:

  1. Hace muchos años practique la gnosis en Bogotá este artículo tiene mucho de verdad

    ResponderEliminar