lunes, 4 de junio de 2012

¡Cómo conservar la luna de miel!

PSICOLOGÍA ___________________


En el hogar debe reinar siempre la comprensión entre hombre y mujer; no debe esperar el hombre que la mujer sea perfecta; tampoco la mujer debe esperar que el hombre sea un "príncipe azul"; hay que aceptar las cosas como son. Nosotros, los Gnósticos  tenemos la casa como una escuela donde podemos autodescubrir nuestros errores psicológicos. A medida que nosotros vayamos eliminando tantos y tantos defectos psicológicos que tenemos, la felicidad del hogar irá aumentando, y después ese hogar se convertirá en un paraíso
         
Los celos, por ejemplo, es algo que daña el hogar; el celoso "hace de una pulga un caballo". Si la mujer mira por allí a alguien, ya está sufriendo, ya le parece que tiene relaciones con otro hombre, etc. Son errores de su mente, pero que él los toma como realidad. La mujer celosa es lo mismo: hace sufrir al varón; no puede éste mirar a ninguna mujer, porque ya está sufriendo y formando terribles escándalos dentro de la casa; por ese camino de los celos, se sufre demasiado.
         
Si uno en verdad investigara cuidadosamente el origen de los celos, descubriría que ellos se deben precisamente al temor. Se teme perder lo que más se ama: la mujer teme perder al hombre, el hombre teme perder a la mujer; cree la mujer que el hombre se va con otra, teme el hombre que la mujer se va con otro, y claro, vienen los sufrimientos y los dolores; pero si nosotros eliminamos el temor, los celos desaparecen. 

¿Cómo podríamos nosotros eliminar el temor de perder al ser amado? Únicamente mediante la reflexión, mediante la meditación. 

Pensemos que en realidad de verdad, nosotros no venimos a este mundo acompañados del ser humano que hoy amamos, que solamente nos recibió el doctor, partero o la partera, que tampoco trajimos al mundo dinero, ni bienes materiales, y que es claro que a la hora de la muerte, tampoco nos vamos a ir acompañados; la mujer o el hombre, alguno habrá de quedarse aquí, mientras el otro parte para la eternidad. Así que, la muerte nos separa desde el punto de vista físico; por eso dicen los sacerdotes: "Os declaro marido y mujer, hasta que la muerte los separe".
         
En realidad de verdad, tarde o temprano llega la muerte; así es que, si nosotros al morir no nos llevamos para la eternidad ni un alfiler, ni una moneda, nada de lo que tenemos, tampoco nos podríamos llevar al ser amado con cuerpo y todo. Entonces, ¿porqué tememos? Debemos aceptar las cosas como son, no debemos tener apegos materiales ni personales, porque el momento del desapego suele ser terrible. 

Uno sufre porque se apega a algo, ya sea una persona, ya sea alguna cosa; siempre se sufre y por eso no debemos tener apegos de ninguna especie, ni temer porque tengamos que perder 
algo.
         
Lo más grave que podría suceder a alguien es que lo llevaran al paredón de fusilamiento, ¿y qué? Para morir nacimos; ¿entonces qué? Tarde o temprano tenemos que morir, y aquellos que quieren mucho a su dinero, que están apegados a su fortuna, tarde o temprano habrán de perderla. ¿Por qué entonces habrían de temer, si eso es lo más natural? Así también, ¿por qué habríamos de temer la pérdida del ser amado? Cuando uno comprende que todo en la vida tiene un principio y un fin, el temor desaparece (hasta el temor de perder al ser amado) y cuando tal temor desaparece, entonces los celos desaparecen para siempre, ya no existen; no pueden, no deben existir, puesto que no hay temor.
         
Otro factor de discordia entre las parejas, en los hogares, es la ira. El hombre dice una frase iracunda, la mujer responde "con dos piedras en la mano" y al fin terminan en una batalla de platos y vasos rotos, etc. Si se eliminara el demonio de la ira, reinaría la paz en los hogares, no habría dolor; pero ¿por qué tiene que haber ira dentro de nosotros, por qué somos así? ¿De manera que no es posible que cambiemos? ¡Sí es posible!
         
El V. M. SAMAEL AUN WEOR, nos dice: “Yo me propuse cambiar y cambié, yo fui iracundo, también conocí el proceso de la ira, pero me propuse eliminarla y la eliminé (claro, hube de pasar por ciertos sacrificios). A fin de eliminar la ira, visitaba aquellos lugares donde me pudiera alguien insultar, iba con el propósito de que me insultaran. Sabía de un elemento XX que no gustaba de las enseñanzas, y lo visitaba intencionalmente para que me insultara; aquel hombre me insultaba durante media o una hora; esto duraba y entretanto yo observaba mis reacciones internas y externas, los impulsos que vienen de adentro y los impulsos que vienen de afuera; observaba las causas que motivan la ira. Pude evidenciar que en algunas circunstancias, la ira se producía porque me habían herido el orgullo; pude comprobar que en algunas ocasiones, la ira se producía porque me herían el amor propio; me quería mucho a mí mismo, pensaba que yo era una gran persona, sin comprender que era tan sólo un vil gusano del lodo de la tierra; me creía grande y si alguien tocaba la llaga que hay por allá adentro, entonces reaccionaba furiosamente, "tronaba" y "relampagueaba", "rasgaba  mis vestiduras", y protestaba. 

Yo me propuse estudiar todos esos factores de la ira, y a través de muchos super-esfuerzos y sacrificios, conseguí eliminarla. Así pues, esto de que "yo soy así", no tiene ningún valor; si "uno es así", puede cambiar, y si uno cambia, 
se beneficia a sí mismo y beneficia a los demás, a sus semejantes. Hay que aprender a 
cambiar, a eliminar nuestros errores; esto es posible reflexionando un poco”.
         
Si el hombre nunca tuviera ira, si la mujer jamás tuviera ira, entiendo que la "luna de miel" se puede conservar. Desgraciadamente, los seres humanos, aquellos que se casan, están empeñados en acabar con lo más bello que hay en el matrimonio: la "luna de miel". 

Si se quiere conservar la "luna de miel", hay que eliminar la ira, hay que eliminar los celos, hay que eliminar el egoísmo; debemos volvernos comprensivos, aprender a dispensar al ser amado en todos sus errores. Nadie nace perfecto; el hombre debe saber que la mujer tiene sus defectos, la mujer debe comprender que el hombre tiene los suyos. Mutuamente deben dispensarse sus defectos de tipo psicológico; si así proceden, conservarían la "luna de miel".
         
Es posible conservar la "luna de miel" cuando se aprende a dispensar los errores del ser amado; mas si no se saben dispensar los errores, la "luna de miel" se pierde.

Cuando una pareja se casa, debería entender mejor la Psicología. Por lo común, uno de la pareja comienza por herir al otro; el otro reacciona y se forma un conflicto. Al fin el conflicto pasa, los dos se reconcilian, todo continúa aparentemente igual, en paz; mas no 
hay tal: el resentimiento queda. Otro día hay otro conflicto, se disputan marido y mujer por cualquier tontería (tal vez por los celos, o en fin, por cualquier cosa). Resultado: pasa el conflicto y el resentimiento va aumentando, la "luna de miel" se va acabando y por último no hay tal "luna de miel", se acabó, lo que hay es resentimiento de lado y lado, y si no se divorcian, si continúan unidos, ya lo hacen por un deber, simplemente por pasión animal y eso es todo. Lo más grave, el error más monumental que pueden cometer un hombre y una mujer, es acabar con la "luna de miel"

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