“LOS
PROBLEMAS NO SON MÁS QUE LAS PROYECCIONES DE NUESTRO INTERIOR QUE ESTÁN
SALIENDO, PORQUE UN HOMBRE ES LO QUE ES SU VIDA Y NADA MÁS QUE ESO; SI NO CAMBIA SU PROPIO NIVEL DE SER, SI NO
CAMBIA SU VIDA INTERIOR, NO CAMBIARÁ NADA AFUERA”
El V. M. SAMAEL AUN WEOR, cierta vez decía: Son muchos los que me escriben
contándonos sus problemas: que (dice la mujer) “mi marido se fue con otra”; que
(el marido) “mi mujer ya no quiere vivir conmigo; o se fue con otro hombre”;
que “cómo le hace”; “qué cómo va resolver el problema”; que “le ayude a
resolver el pleito”; etc., etc. Cada caso por lo
común
resulta complicado, difícil. Todos quieren que se le resuelvan sus problemas;
todos anhelan vivir en paz; tener una armonía extraordinaria entre la
felicidad, sin problemas. Pero no quieren darse cuenta los que así me escriben,
que la raíz de todos los problemas la llevan en su interior, que esos problemas
no son más que las proyecciones de su interior; que de su interior están
saliendo los problemas, porque un hombre es lo que es su vida y nada más que
eso; lo que es su vida. Si no cambia su propio Nivel de Ser, si no cambia su
vida interior, no cambiará nada; lo exterior no es más que la proyección de lo
interior…
Ha llegado la hora de entender esto que nos dice el V. M. SAMAEL
AUN WEOR... Queremos felicidad, pero ¿de dónde la vamos a sacar? No queremos
admitir que las causas de todo lo que nos está acaeciendo las llevamos dentro
de sí mismos. Sí, hermanos gnósticos, ¿hasta cuándo vamos a comprender quecada
cual lleva las causas de sus sufrimientos dentro de sí mismo? Y mientras las
causas no se disuelvan, los sufrimientos tampoco se disolverán; todo efecto tiene
su causa, toda causa provoca su efecto.
Así pues, que los que nos metemos a andar la senda vertical, ante
todo nos proponemos el auto-descubrimiento, conocer nuestros propios errores
para extirparlos, para sacarlos de sí mismos, porque sólo así podemos cambiar
fundamentalmente. Un hombre es lo que es su vida, si un hombre no trabaja su
propia vida, indudablemente está perdiendo el tiempo miserablemente.
La vida es como una película que concluye aparentemente con la
muerte. La muerte es el regreso al punto de partida original, con la
posibilidad de volver a proyectar sobre el tapete del mundo la misma vida. En
el budismo se nos habla de las "vidas sucesivas", mas el gnosticismo
dice que en verdad no hay "vidas sucesivas", lo que hay, lo que
realmente existe son "existencias sucesivas", porque la vida es la
misma. Cuando llega la hora de la muerte, termina
la película, la enrollamos,
y nos las llevamos para la Eternidad; allí la revivimos en forma retrospectiva.
No olviden ustedes que así como hay un espacio tridimensional, visible y
tangible, así también existe un espacio psicológico, y éste es innegable,
incuestionable, axiomático.
En el espacio psicológico continúa nuestra propia vida, allí la
revivimos, en forma retrospectiva; más tarde retornamos, regresamos en el
tiempo, nos reincorporamos en un nuevo organismo (esa es la Ley del Eterno
Retorno de todas las cosas), y regresamos para volver a proyectar nuestra
mismísima vida, para proyectarla otra vez sobre el tapete de este mundo.
Así pues, no son "vidas sucesivas" lo que existe;
realmente lo que hay son "existencias sucesivas" (distíngase entre
"vidas sucesivas" y "existencias sucesivas"). Vida no hay
sino una: la que nos llevamos, la que nos traemos, la que nos volvemos a llevar
y la que nos volvemos a traer (siempre la misma). Existencias sí: a cada Alma
se le asignan ciento ocho existencias.
Cuando el V. M. SAMAEL AUN WEOR, trató este tema, dijo: “Estoy
haciendo estas afirmaciones porque estoy ante un Auditorio muy especial: estoy
ante un Auditorio formado por gentes del Movimiento Gnóstico Internacional, por
gentes revolucionarias, rebeldes, dispuestas en verdad a seguir por la senda
vertical, por la senda de las transformaciones, por el camino que nos ha de
conducir al Superhombre”.
“Ha llegado el instante de que reflexionemos en lo que es nuestra
propia vida. Si no cambiamos esa "película" de la vida (esa que nos
llevamos, esa que volvemos a traer), si no la modificamos, continuará siempre
repitiéndose y se repetirá a través de ciento ocho existencias, y si a pesar de
todo no la cambiamos, tendremos que ir, como dice el dicho por ahí, "con
la música a otra parte", tendremos que llevarnos nuestra vida al Reino
Mineral Sumergido”.
“¿Qué tal reino es una realidad? Nadie lo puede negar, pues estamos
viviendo sobre la epidermis de esta pobre Tierra que viaja con nosotros a
través del espacio infinito. ¿Que el Dante Alighieri en su "Divina
Comedia" haya ubicado a su "Infernus" dentro del Reino Mineral
Sumergido? Nada tiene de extraño y esto lo saben los divinos y los humanos”.
Obviamente, aquéllos que fracasan en la transformación de su
propia vida, aquéllos que no son capaces de eliminar sus defectos psicológicos,
habrá de involucionar en el tiempo, dentro de los nueve círculos dantescos,
hasta la Muerte Segunda. Y no es nada agradable involucionar en el tiempo (yo,
personalmente, no le tengo miedo al infierno)”.
En los mundos infiernos se desintegra el Ego, el “Yo”, el Mí
Mismo; ese “Yo” de la Psicología Experimental, ese “Yo” que estudian todos los
psicólogos de este planeta. En el Reino Mineral Sumergido pasamos siempre por
la Muerte Segunda; mas en verdad que no es nada agradable desenvolverse
involutivamente dentro de los nueve círculos del Dante Alighieri, no les
recomendaría a ustedes pasar por el Mictlán con sus pruebas tan terribles.
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