viernes, 11 de abril de 2014

LA VERTICAL NOS LLEVA AL CAMBIO DE NIVEL DE SER... AL CAMBIO DE NUESTRA VIDA.


“LOS PROBLEMAS NO SON MÁS QUE LAS PROYECCIONES DE NUESTRO INTERIOR QUE ESTÁN SALIENDO, PORQUE UN HOMBRE ES LO QUE ES SU VIDA Y NADA MÁS QUE ESO;  SI NO CAMBIA SU PROPIO NIVEL DE SER, SI NO CAMBIA SU VIDA INTERIOR, NO CAMBIARÁ NADA AFUERA”

El V. M. SAMAEL AUN WEOR, cierta vez decía: Son muchos los que me escriben contándonos sus problemas: que (dice la mujer) “mi marido se fue con otra”; que (el marido) “mi mujer ya no quiere vivir conmigo; o se fue con otro hombre”; que “cómo le hace”; “qué cómo va resolver el problema”; que “le ayude a resolver el pleito”; etc., etc. Cada caso por lo

común resulta complicado, difícil. Todos quieren que se le resuelvan sus problemas; todos anhelan vivir en paz; tener una armonía extraordinaria entre la felicidad, sin problemas. Pero no quieren darse cuenta los que así me escriben, que la raíz de todos los problemas la llevan en su interior, que esos problemas no son más que las proyecciones de su interior; que de su interior están saliendo los problemas, porque un hombre es lo que es su vida y nada más que eso; lo que es su vida. Si no cambia su propio Nivel de Ser, si no cambia su vida interior, no cambiará nada; lo exterior no es más que la proyección de lo interior…

Ha llegado la hora de entender esto que nos dice el V. M. SAMAEL AUN WEOR... Queremos felicidad, pero ¿de dónde la vamos a sacar? No queremos admitir que las causas de todo lo que nos está acaeciendo las llevamos dentro de sí mismos. Sí, hermanos gnósticos, ¿hasta cuándo vamos a comprender quecada cual lleva las causas de sus sufrimientos dentro de sí mismo? Y mientras las causas no se disuelvan, los sufrimientos tampoco se disolverán; todo efecto tiene su causa, toda causa provoca su efecto.

Así pues, que los que nos metemos a andar la senda vertical, ante todo nos proponemos el auto-descubrimiento, conocer nuestros propios errores para extirparlos, para sacarlos de sí mismos, porque sólo así podemos cambiar fundamentalmente. Un hombre es lo que es su vida, si un hombre no trabaja su propia vida, indudablemente está perdiendo el tiempo miserablemente.

La vida es como una película que concluye aparentemente con la muerte. La muerte es el regreso al punto de partida original, con la posibilidad de volver a proyectar sobre el tapete del mundo la misma vida. En el budismo se nos habla de las "vidas sucesivas", mas el gnosticismo dice que en verdad no hay "vidas sucesivas", lo que hay, lo que realmente existe son "existencias sucesivas", porque la vida es la misma. Cuando llega la hora de la muerte, termina


  la película, la enrollamos, y nos las llevamos para la Eternidad; allí la revivimos en forma retrospectiva. No olviden ustedes que así como hay un espacio tridimensional, visible y tangible, así también existe un espacio psicológico, y éste es innegable, incuestionable, axiomático.

En el espacio psicológico continúa nuestra propia vida, allí la revivimos, en forma retrospectiva; más tarde retornamos, regresamos en el tiempo, nos reincorporamos en un nuevo organismo (esa es la Ley del Eterno Retorno de todas las cosas), y regresamos para volver a proyectar nuestra mismísima vida, para proyectarla otra vez sobre el tapete de este mundo.

Así pues, no son "vidas sucesivas" lo que existe; realmente lo que hay son "existencias sucesivas" (distíngase entre "vidas sucesivas" y "existencias sucesivas"). Vida no hay sino una: la que nos llevamos, la que nos traemos, la que nos volvemos a llevar y la que nos volvemos a traer (siempre la misma). Existencias sí: a cada Alma se le asignan ciento ocho existencias.

Cuando el V. M. SAMAEL AUN WEOR, trató este tema, dijo: “Estoy haciendo estas afirmaciones porque estoy ante un Auditorio muy especial: estoy ante un Auditorio formado por gentes del Movimiento Gnóstico Internacional, por gentes revolucionarias, rebeldes, dispuestas en verdad a seguir por la senda vertical, por la senda de las transformaciones, por el camino que nos ha de conducir al Superhombre”.

“Ha llegado el instante de que reflexionemos en lo que es nuestra propia vida. Si no cambiamos esa "película" de la vida (esa que nos llevamos, esa que volvemos a traer), si no la modificamos, continuará siempre repitiéndose y se repetirá a través de ciento ocho existencias, y si a pesar de todo no la cambiamos, tendremos que ir, como dice el dicho por ahí, "con la música a otra parte", tendremos que llevarnos nuestra vida al Reino Mineral Sumergido”.

“¿Qué tal reino es una realidad? Nadie lo puede negar, pues estamos viviendo sobre la epidermis de esta pobre Tierra que viaja con nosotros a través del espacio infinito. ¿Que el Dante Alighieri en su "Divina Comedia" haya ubicado a su "Infernus" dentro del Reino Mineral Sumergido? Nada tiene de extraño y esto lo saben los divinos y los humanos”.

Obviamente, aquéllos que fracasan en la transformación de su propia vida, aquéllos que no son capaces de eliminar sus defectos psicológicos, habrá de involucionar en el tiempo, dentro de los nueve círculos dantescos, hasta la Muerte Segunda. Y no es nada agradable involucionar en el tiempo (yo, personalmente, no le tengo miedo al infierno)”.

En los mundos infiernos se desintegra el Ego, el “Yo”, el Mí Mismo; ese “Yo” de la Psicología Experimental, ese “Yo” que estudian todos los psicólogos de este planeta. En el Reino Mineral Sumergido pasamos siempre por la Muerte Segunda; mas en verdad que no es nada agradable desenvolverse involutivamente dentro de los nueve círculos del Dante Alighieri, no les recomendaría a ustedes pasar por el Mictlán con sus pruebas tan terribles.


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