UNO NUNCA DEBE IDENTIFICARSE CON NADA DE LO QUE VEA
EN LA VIDA; LAS CIRCUNSTANCIAS, LOS EVENTOS DESAGRADABLES PASAN, TODO PASA.”.
Las circunstancias
deben aprovecharse para
auto-estudiarnos, para auto-observarnos; uno, en vez de estar identificado con
las circunstancias desagradables, debe estar auto-estudiándonos: ¿tengo ira,
tengo celos, tengo odio? ¿Qué estoy sintiendo en este momento frente a esto que
me está sucediendo? así es como se aprovecha el trabajo, sabiendo uno no
identificarse, sabiendo sacar partido de todo; no olvide usted que las peores
adversidades le ofrecen las mejores oportunidades para el autodescubrimiento.
Cuando
uno se identifica con las circunstancias desagradables, comete errores, se
complica la vida y se forman problemas.
Todas las gentes están llenas de problemas porque se identifican con lo que les
sucede, con lo que les está pasando, con lo que están viviendo; por eso es que
están, todos, llenos de problemas. Pero si uno no se identifica con nada de lo
que le esté sucediendo, si dice "todo pasa, todo pasa, esta es una escena
que pasa" y no se identifica con ella, pues tampoco se complica la vida.
Pero a la gente le encanta complicarse la vida; si alguien les hiere con una
palabra dura, reaccionan con violencia. A todos les gusta complicarse la
existencia, y mientras se reacciona con violencia, pues peor, porque más dura
se pone la cuestión, más trabajoso se vuelve todo.
Aprovechemos
las circunstancias desagradables de la vida para el autodescubrimiento; así
sabremos qué clase de defectos psicológicos poseemos. Tomemos la vida como un
gimnasio psicológico; si así procedemos, entonces podremos auto-descubrirnos.
El V. M.
SAMAEL AUN WEOR, nos narra este hecho extraño: “Me viene a la memoria, en estos
momentos, un caso insólito. En cierta ocasión se me ocurrió ir a un cine, hace
muchísimos años. La película era muy romántica; allí aparecía una pareja de
enamorados que se querían y se adoraban. Bueno, y yo muy interesado en ver al
par de enamorados: esas poses, esas palabras; qué miradas, qué cosas, y yo
encantado mirándolos... Al fin terminó la tal película esa, y muy tranquilo me
fui para la casa. Ya estando en casa, sentí sueño; me acosté y entonces esa
noche fui a dar al Mundo de la Mente; allí me encontré una mujer como aquella
que yo había admirado en la película; estaba "hasta guapita", estaba
frente a mí tal mujer.”
“Me
senté con ella en una mesa para tomar algunos refrescos, y entonces vinieron
las dulces palabras, muy semejantes a las de la película por cierto.
Conclusión: no llegué hasta la cópula química ni nada por el estilo, pero no
faltaron los besos, los abrazos, las caricias, las ternuras y cincuenta mil
cosas por el estilo. Les estoy narrando una historia sucedida hace veinte años
(año de 1955); no es de ahora, porque ahora no voy a los cines, pero en aquella
época sí iba a algún cine; me parecía que era una diversión muy sana (así creía
yo).”
“Ya al
llegar al Mundo Astral, me encontré dentro de un gran Templo, y pude verificar
que un Maestro me había estado analizando; claro, en mi interior me dije:
"¡metí la pata!" Me retiré unos cuantos pasos, para aguardar o ver
qué sucedía, y de pronto el Maestro aquel me envía un papel con el Guardián del
Templo. El Guardián me lo entregó; leí el papel que decía: "Retírese
usted inmediatamente de este Templo,
pero con 'INRI'" (con "INRI" es conservando el fuego, puesto que
no había propiamente fornicado, no pasaba de las ternuras). Total que entonces
dije yo: "Ni modo, esto está muy grave"...
“Muy
despacio salí, avancé por el corredor de la nave central, y antes de salir
fuera del Templo, en el reclinatorio me arrodillé humildemente, pidiendo
compasión, pidiendo que tuvieran un poquito de piedad con mi insignificante
persona, que sí había estado "metiendo la pata". Así estaba yo, en
mis plegarias y oraciones, cuando de pronto viene el Guardián nuevamente hacia
mí, y me dice, ya en forma más terrible: "¡Se le ha ordenado a usted que
se retire!"
“Cuando
le dije que quería yo hablar con el Maestro para exponerle mis razones,
entonces me respondió: "El Maestro ahora está, ocupado; está examinando
otras Efigies del Mundo Mental"...
Allí fue
cuando vine a darme cuenta con lo que yo había estado, era una Efigie mental
creada por mí mismo, la había creado en pleno cine: esa Efigie había tomado
vida propia en el Mundo Mental, era una mujer exactamente igual a la actriz que
había visto en la película. Total, en mi pobre mente la había reproducido, y
ahora en el Mundo de la Mente, me había encontrado cara a cara con la tal
Efigie creada por mí mismo”...
“El
Maestro continuaba examinando otras Efigies de otros Iniciados; no me quedó más
remedio que salir del Templo. Volví a mi cuerpo físico; durante todo el día
siguiente estuve muy triste, lamentando haber ido al cine. "¡Qué metida de
pata, dije; no he debido haber ido!; vean a lo que fui yo: a crear una Efigie
mental!" Pedí perdón cincuenta millones de veces al Cristo, al Cristo
Intimo; porque dije: "Él es el único que podrá perdonarme este metidón de
pata".
“A la
noche siguiente pedí de todo corazón que "me repitieran la prueba, que me
sentía capaz de salir victorioso; no más ternuras ni más caricias para esa
Efigie mental, etc." Y ciertamente, me concedieron la repetición de la
prueba; me llevaron en Cuerpo Mental al mismo lugar, a la misma mesa; volví a
encontrarme otra vez con la dama de los ensueños, la actriz que había visto en
la pantalla.”
“Ya iban
a empezar las ternuras nuevamente, y me acordé de la cuestión. Inmediatamente
desenvainé la espada flamígera y dije: "¡Conmigo tú no puedes; tú no eres
más que una forma mental creada por mi propia mente!" Y allí mismo hice
uso de la espada flamígera y volví pedazos esa Efigie mental, la volví polvo...
Pasado eso, entonces fui nuevamente llamado al Templo Astral, y entré al Templo
Astral, esta vez victorioso, triunfante; me recibieron con mucha música, mucha
fiesta; nuevamente, después, vinieron las instrucciones, diciéndoseme "que
no volviera a los cines, porque podía perder la espada"...
“Me
llevaron, en Astral, a mostrarme lo que son los cines, que están llenos de
Efigies mentales, las Efigies que dejan los espectadores. Todo lo que uno está
viendo allí, en pantalla, sobre todo cuando es morboso, se reproduce en la
mente de las gentes: las mismas figuras, las mismas formas; los que salen,
dejan multitud de formas mentales en esos antros de la magia negra.”
Conclusión:
se me dijo que "en vez de estar
yendo a los cines, repasara mis existencias anteriores, que es más útil
que estar yendo a esos cines"... Yo cumplí la orden, y es claro que dejé
de ir a los cines. Pero, ¿qué fue lo que me perjudicó? Pues haberme
identificado con aquella película que estaban dando; me pareció tan hermosa la
dama aquella, en aquella época, que yo mismo llegué a sentirme un galán, no el
de la pantalla, sino yo. Resultado: Fracaso... Esto sucedió hace veinte años, o
pongan veintidós, pero no se me ha olvidado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario