sábado, 12 de abril de 2014

“LA NO IDENTIFICACIÓN BASE PARA EL TRABAJO PSICOLÓGICO”


UNO NUNCA DEBE IDENTIFICARSE CON NADA DE LO QUE VEA EN LA VIDA; LAS CIRCUNSTANCIAS, LOS EVENTOS DESAGRADABLES PASAN, TODO PASA.”.

Las circunstancias deben aprovecharse para auto-estudiarnos, para auto-observarnos; uno, en vez de estar identificado con las circunstancias desagradables, debe estar auto-estudiándonos: ¿tengo ira, tengo celos, tengo odio? ¿Qué estoy sintiendo en este momento frente a esto que me está sucediendo? así es como se aprovecha el trabajo, sabiendo uno no identificarse, sabiendo sacar partido de todo; no olvide usted que las peores adversidades le ofrecen las mejores oportunidades para el autodescubrimiento.

Cuando uno se identifica con las circunstancias desagradables, comete errores, se complica la vida y se forman  problemas. Todas las gentes están llenas de problemas porque se identifican con lo que les sucede, con lo que les está pasando, con lo que están viviendo; por eso es que están, todos, llenos de problemas. Pero si uno no se identifica con nada de lo que le esté sucediendo, si dice "todo pasa, todo pasa, esta es una escena que pasa" y no se identifica con ella, pues tampoco se complica la vida. Pero a la gente le encanta complicarse la vida; si alguien les hiere con una palabra dura, reaccionan con violencia. A todos les gusta complicarse la existencia, y mientras se reacciona con violencia, pues peor, porque más dura se pone la cuestión, más trabajoso se vuelve todo.

Aprovechemos las circunstancias desagradables de la vida para el autodescubrimiento; así sabremos qué clase de defectos psicológicos poseemos. Tomemos la vida como un gimnasio psicológico; si así procedemos, entonces podremos auto-descubrirnos.

El V. M. SAMAEL AUN WEOR, nos narra este hecho extraño: “Me viene a la memoria, en estos momentos, un caso insólito. En cierta ocasión se me ocurrió ir a un cine, hace muchísimos años. La película era muy romántica; allí aparecía una pareja de enamorados que se querían y se adoraban. Bueno, y yo muy interesado en ver al par de enamorados: esas poses, esas palabras; qué miradas, qué cosas, y yo encantado mirándolos... Al fin terminó la tal película esa, y muy tranquilo me fui para la casa. Ya estando en casa, sentí sueño; me acosté y entonces esa noche fui a dar al Mundo de la Mente; allí me encontré una mujer como aquella que yo había admirado en la película; estaba "hasta guapita", estaba frente a mí tal mujer.”

“Me senté con ella en una mesa para tomar algunos refrescos, y entonces vinieron las dulces palabras, muy semejantes a las de la película por cierto. Conclusión: no llegué hasta la cópula química ni nada por el estilo, pero no faltaron los besos, los abrazos, las caricias, las ternuras y cincuenta mil cosas por el estilo. Les estoy narrando una historia sucedida hace veinte años (año de 1955); no es de ahora, porque ahora no voy a los cines, pero en aquella época sí iba a algún cine; me parecía que era una diversión muy sana (así creía yo).”

“Ya al llegar al Mundo Astral, me encontré dentro de un gran Templo, y pude verificar que un Maestro me había estado analizando; claro, en mi interior me dije: "¡metí la pata!" Me retiré unos cuantos pasos, para aguardar o ver qué sucedía, y de pronto el Maestro aquel me envía un papel con el Guardián del Templo. El Guardián me lo entregó; leí el papel que decía: "Retírese usted  inmediatamente de este Templo, pero con 'INRI'" (con "INRI" es conservando el fuego, puesto que no había propiamente fornicado, no pasaba de las ternuras). Total que entonces dije yo: "Ni modo, esto está muy grave"...

“Muy despacio salí, avancé por el corredor de la nave central, y antes de salir fuera del Templo, en el reclinatorio me arrodillé humildemente, pidiendo compasión, pidiendo que tuvieran un poquito de piedad con mi insignificante persona, que sí había estado "metiendo la pata". Así estaba yo, en mis plegarias y oraciones, cuando de pronto viene el Guardián nuevamente hacia mí, y me dice, ya en forma más terrible: "¡Se le ha ordenado a usted que se retire!"

“Cuando le dije que quería yo hablar con el Maestro para exponerle mis razones, entonces me respondió: "El Maestro ahora está, ocupado; está examinando otras Efigies del Mundo Mental"...

Allí fue cuando vine a darme cuenta con lo que yo había estado, era una Efigie mental creada por mí mismo, la había creado en pleno cine: esa Efigie había tomado vida propia en el Mundo Mental, era una mujer exactamente igual a la actriz que había visto en la película. Total, en mi pobre mente la había reproducido, y ahora en el Mundo de la Mente, me había encontrado cara a cara con la tal Efigie creada por mí mismo”...

“El Maestro continuaba examinando otras Efigies de otros Iniciados; no me quedó más remedio que salir del Templo. Volví a mi cuerpo físico; durante todo el día siguiente estuve muy triste, lamentando haber ido al cine. "¡Qué metida de pata, dije; no he debido haber ido!; vean a lo que fui yo: a crear una Efigie mental!" Pedí perdón cincuenta millones de veces al Cristo, al Cristo Intimo; porque dije: "Él es el único que podrá perdonarme este metidón de pata".

“A la noche siguiente pedí de todo corazón que "me repitieran la prueba, que me sentía capaz de salir victorioso; no más ternuras ni más caricias para esa Efigie mental, etc." Y ciertamente, me concedieron la repetición de la prueba; me llevaron en Cuerpo Mental al mismo lugar, a la misma mesa; volví a encontrarme otra vez con la dama de los ensueños, la actriz que había visto en la pantalla.”

“Ya iban a empezar las ternuras nuevamente, y me acordé de la cuestión. Inmediatamente desenvainé la espada flamígera y dije: "¡Conmigo tú no puedes; tú no eres más que una forma mental creada por mi propia mente!" Y allí mismo hice uso de la espada flamígera y volví pedazos esa Efigie mental, la volví polvo... Pasado eso, entonces fui nuevamente llamado al Templo Astral, y entré al Templo Astral, esta vez victorioso, triunfante; me recibieron con mucha música, mucha fiesta; nuevamente, después, vinieron las instrucciones, diciéndoseme "que no volviera a los cines, porque podía perder la espada"...

“Me llevaron, en Astral, a mostrarme lo que son los cines, que están llenos de Efigies mentales, las Efigies que dejan los espectadores. Todo lo que uno está viendo allí, en pantalla, sobre todo cuando es morboso, se reproduce en la mente de las gentes: las mismas figuras, las mismas formas; los que salen, dejan multitud de formas mentales en esos antros de la magia negra.”


Conclusión: se me dijo que "en vez de estar  yendo a los cines, repasara mis existencias anteriores, que es más útil que estar yendo a esos cines"... Yo cumplí la orden, y es claro que dejé de ir a los cines. Pero, ¿qué fue lo que me perjudicó? Pues haberme identificado con aquella película que estaban dando; me pareció tan hermosa la dama aquella, en aquella época, que yo mismo llegué a sentirme un galán, no el de la pantalla, sino yo. Resultado: Fracaso... Esto sucedió hace veinte años, o pongan veintidós, pero no se me ha olvidado.


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