viernes, 27 de julio de 2012

¡Para amar a nuestra pareja debemos evitar la fornicación y el adulterio

SEXOLOGÍA _________


En el amor hay un secreto, y este fue muy bien estudiado por Sigmund Freud: La sublimación de la energía creadora, mirar el sexo con profundo respeto.

Obviamente, el hombre y la mujer son como dos partes de un mismo ser; el hombre salió del Edén acompañado de su esposa, y debe regresar al Edén con su misma esposa. Con otras palabras diríamos:  el hombre salió del Edén por la puerta del sexo, y solamente por esa puerta puede retornar al Edén. El Edén es el mismo sexo..
         
¡Qué ingentes poderes se despertarían si la humanidad aceptara el sistema de la "Comunidad Oneida", o el de Brown Squard, o el de Krumm Heller, sistemas fundamentados en las viejas tradiciones de la Lemuria! Esto es algo que los médicos, los hombres de ciencia podrían investigar;  sotros nos limitamos, sencillamente, a pensar que de la Transmutación y Sublimación de la Energía Creadora, deviene una transformación psicológica-fisiológica-biológica, radical. El Superhombre de Nietzsche podría lograrse mediante la transmutación de la líbido sexual; empero lo principal es saber amar; sin amor no es posible realizar todos estos prodigios.
         
Observe usted, caro (a) lector, que siempre al lado de los grandes hombres, aparecen las grandes mujeres: frente al Buda Gautama, está Yodisha, su bella esposa y discípula; junto al Divino Rabí de Galilea, aparece María Magdalena. Obviamente, no
sería posible para los grandes hombres, realizar gigantescas labores como aquellas que han permitido cambiar el curso de la historia, si no estuviesen acompañados a su vez por alguna mujer.
         
El hombre y la mujer, en realidad de verdad, reiteramos, son dos aspectos de un mismo Ser, eso es claro. El amor, en sí mismo, deviene de lo ignoto de nuestro Ser; queremos decir en forma enfática, que dentro de nosotros mismos, allá en las profundidades más íntimas, poseemos nuestro Ser; éste reviste características trascendentales de Eternidad, éste es lo divinal en nosotros. El amor es la fuerza que emana de ese Prototipo Divinal, existente en lo hondo de nuestra Conciencia; es un tipo de energía capaz de realizar verdaderos milagros.
         
Valentín y los Valentinianos, tuvieron su escuela;  fue una Escuela Gnóstica donde se estudiaron los Misterios del Sexo, donde se analizaron cuidadosamente. Valentín y los Valentinianos conocieron, en realidad de verdad, el secreto lemúrico: Sublimaron la energía creadora y lograron el desarrollo de ciertas posibilidades psíquicas que se hallan latentes en la raza humana; se nos ha  dicho que Valentín fue un gran Iluminado, un gran Maestro en el sentido más completo de la palabra.
         
Miremos nosotros al cisne; el Cisne Kala Hamsa, es el símbolo del amor: él vuela sobre las aguas del Lago de la Vida; un par de cisnes,  en algún lago, ¡cuán bello es! cuando uno de la pareja muere, el otro sucumbe de tristeza, y es que el amor se alimenta con amor. Pero hay que saber amar; desgraciadamente, el ser humano no sabe amar.
         
Muchas veces, el hombre trata muy mal a la mujer en su primera noche de bodas; no quiere él comprender que la virginidad es sagrada y que hay que saberla respetar; Epodría decirse que viola a su propia mujer, no quiere entender que hay que saber tratar a la mujer con sabiduría, que hay que saber llevarla por el camino del amor.
         
El matrimonio lo consideramos, nosotros, los Gnósticos, como algo muy serio, muy grandioso. En realidad de verdad, hay tres acontecimientos muy grandes en la vida: primero el nacimiento; segundo, el matrimonio, y tercero, la muerte. Son los tres acontecimientos más importantes de la existencia; así pues, piense usted, fino (a) lector, en lo que significa el matrimonio.
         
No debemos casarnos con una mujer que no nos pertenezca en espíritu; nuestra afinidad debe ser espiritual en el fondo. ¿Qué haría el varón casándose con una mujer calculadora, interesada, celosa? Pues fracasaría lamentable. ¿O qué haría la mujer, casándose con un varón enamorador, con un varón de mala conducta, con un varón que en su casa siempre fue mal hijo, mal hermano y que en la calle ha demostrado siempre ser mal amigo? El que es mal hijo, el que es mal hermano, el que es mal amigo, no puede en modo alguno ser buen esposo. ¡Eso es obvio!
         
Miradas todas estas cosas desde diversos ángulos, comprenderemos lo delicado que es, precisamente, el matrimonio y el amor. Lo interesante es entenderlo, y actuar de acuerdo con nuestra comprensión creadora. Es bueno que tratemos de renovarnos, es bueno que aprendamos  a amar, es bueno que nosotros comprendamos, todos, la necesidad de saber vivir en el hogar.
         
No hay nada más bello que el matrimonio, no hay nada más bello que el amor; desgraciadamente, somos nosotros los que estamos dañando el encanto del hogar. Es necesario saber respetar el hogar, saber criar a los hijos, saberlos educar. Es necesario
saber aprovechar esa energía creadora del sexo, esa energía que fluye desde el núcleo de cada átomo, desde el núcleo de nuestro sistema solar y desde el núcleo de cada galaxia del espacio estrellado.
         
El amor, en sí mismo, siempre fue respetado; nunca, jamás, la humanidad había caído en un estado de degeneración sexual como en estos tiempos. Hay países donde ya el ochenta o noventa y cinco por ciento de los habitantes son homosexuales y lesbianas (no queremos citar tales países, porque en modo alguno debemos herir a ninguna organización, país o persona; pero sí está degenerada la humanidad por estos tiempos). Incuestionablemente, el homosexualismo y el lesbianismo se deben precisamente al abuso sexual. Las gentes regeneradas de la mitad de la Lemuria, en épocas en que la humanidad no había salido del estado paradisíaco, no eyaculaban el “Ens Seminis”.
         
Nosotros, las gentes de esta época, hemos involucionado demasiado; ahora el sexo se ha convertido en juego, en deporte. En París, se nos ha dicho que hay gentes fornicando, copulando en plenos parques (las autoridades de París nada dicen sobre eso). Así que por todas partes abunda la degeneración hoy en día. Nosotros debemos tratar de buscar el camino de la regeneración, debemos amar intensamente a la mujer, debemos ver en ella un poema milagroso de las "Mil y Una Noche", debemos escanciar el vino de la sabiduría, si es que queremos vivir rectamente.
         
Debemos tocar a fondo todas estas cuestiones del amor. En realidad de verdad, hay que aprender a vivir. Ser intelectual es cosa fácil, basta meterse una biblioteca en el cerebro y queda listo el asunto; pero saber vivir, ¡cuan difícil es! muy pocos son los que en verdad saben vivir. ¡Qué dichosas serían las parejas si supieran amar de verdad! Muchos matrimonios ya no tienen nada que ver con el amor; el amor de hoy en día huele a gasolina, a cuentas de Banco y a resentimientos. Entre los antiguos pueblos de Anáhuac, fue Xochipilli el Dios del Canto, del Amor y de la Belleza; Xochipilli nos enseña a conservar las delicias indiscutibles del amor. ¡Es lástima que la gente no comprenda la Doctrina de Xochipilli! La Doctrina del Amor.

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