martes, 12 de marzo de 2013

El error del “Yo” de los celos


Todo hombre sabio ama de verdad y con todo el corazón a la mujer que ha elegido. Debemos siempre casarnos en la juventud si es que de verdad no queremos tener una vejez miserable. Para todo hay tiempo en la vida. Que un joven se case es lo normal, pero que un anciano se case es la estupidez. Los jóvenes deben casarse y saber formar su hogar. No debemos olvidar que el monstruo de los celos destruye los hogares.

Salomón dijo: “Los celos son crueles como la tumba; sus brasas son brasas de fuego”. La raza de los “animales intelectuales” es celosa como los perros. Los celos son totalmente animalescos. El hombre que cela a una mujer no sabe con quién cuenta. Mejor es no celarla para saber qué clase de mujer tenemos. El venenoso griterío de una mujer celosa resulta más mortífero que los colmillos de un perro rabioso. Es falso decir que donde hay celos hay amor. Los celos jamás nacen del amor, el amor y los celos son incompatibles. El origen de los celos se encuentra en el temor. El “Yo” justifica los celos con razones de mucha especie. El “Yo” teme perder al ser que lo apasiona. 

En la práctica hemos podido evidenciar después de muchos años de observación, que todo solterón libertino se convierte en marido celoso. 

Todo hombre que ha sido terriblemente fornicario, tiene a flor de piel el “Yo” de los celos bien arraigado. El hombre y la mujer deben estar unidos en forma voluntaria y por amor, mas no por temor y celos. Ante la Gran Ley el hombre debe responder por su conducta y la mujer por la suya. El marido no puede responder por la conducta de la mujer, ni la mujer puede responder por la conducta de su marido. Responda cada cual por su propia conducta y disuélvanse los celos. 

El problema básico de la juventud es el Matrimonio. La joven coquetona con varios novios se queda solterona porque tanto unos como otros se desilusionan de ella. Es necesario que las jóvenes sepan conservar su novio si es que de verdad quieren casarse. Es necesario no confundir el amor con la pasión. 

Los jóvenes enamorados y las muchachas, no saben distinguir entre el amor y la pasión. Es urgente saber que la pasión es un veneno que engaña a la mente y al corazón. Todo hombre apasionado y toda mujer apasionada podrían hasta jurar con lágrimas de sangre que están verdaderamente enamorados. Después de satisfecha la pasión animal, el castillo de naipes se va al suelo. 

El fracaso de tantos y tantos matrimonios se debe a que se casaron por pasión animal, más no por amor. 

El paso más grave que damos durante la juventud es el Matrimonio, y en las escuelas, colegios y universidades se debería preparar a los jóvenes y a las señoritas para este importante paso. Es lamentable que muchos jóvenes y señoritas se casen por interés económico o meras conveniencias sociales. 

Cuando el Matrimonio se realiza por pasión animal o por conveniencias sociales o intereses económicos, el resultado es el fracaso. Son muchas las parejas que fracasan en el matrimonio por incompatibilidad de caracteres. 

La mujer que se casa con un joven celoso, iracundo, furioso, se convertirá en la víctima de un verdugo. 

El joven que se casa con una mujer celosa, furiosa, iracunda, es claro que tendrá que pasar su vida en un infierno. 

Para que haya verdadero amor entre dos seres, es urgente que no exista pasión animal, es indispensable disolver el “Yo” de los celos, es necesario desintegrar la ira, es básico un desinterés a toda prueba. 

El “Yo” daña los hogares, destruye la armonía. Si los jóvenes y las señoritas estudian nuestra Educación Fundamental y se proponen disolver el “Yo”, es claro a todas luces que podrán hallar la senda del Matrimonio Perfecto. Sólo disolviendo el Ego podrá haber verdadera felicidad en los hogares. 

A los jóvenes y señoritas que quieran ser felices en el Matrimonio les recetamos estudiar a fondo nuestra Educación Fundamental y disolver el “Yo”. Muchos padres de familia celan a las hijas espantosamente y no quieren que éstas tengan novio. Semejante proceder es absurdo ciento por ciento, porque las muchachas necesitan tener novio y casarse. El resultado de semejante falta de comprensión son los novios a escondidas, en la calle, con el peligro siempre de caer en manos del galán seductor. 

Las jóvenes deben tener siempre libertad para tener su novio, pero debido a que todavía no han disuelto el “Yo” de la Psicología Experimental, es conveniente no dejarlas abandonadas con el novio. 

Los jóvenes y las señoritas deben tener libertad para hacer sus fiestas en casa. Las sanas reuniones no perjudican a nadie y la juventud necesita asociarse sanamente. 

Lo que perjudica a la juventud es el licor, el cigarrillo, la fornicación, las orgías, el libertinaje, las cantinas, los cabarets, las discotecas o antros, etc....

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