martes, 11 de febrero de 2014

“ELIMINACIÓN DE YOES RELACIONADOS CON LA LEY DEL KARMA”


“HAY “YOES” MUY DIFÍCILES DE ELIMINAR; DEFECTOS PSICOLÓGICOS TERRIBLES; “YOES QUE ESTÁN EN RELACIÓN CON LA LEY DEL KARMA; CUANDO SE LLEGA A ESO, PARECE COMO SI NOS DETUVIÉRAMOS EN EL AVANCE; Y OBVIAMENTE, QUE SÍ NOS DETENEMOS. PERO CON INFINITA PACIENCIA, AL FIN SE CONSIGUE LA ELIMINACIÓN DE ESOS “YOES”…

La paciencia y la serenidad son facultades extraordinarias o virtudes magníficas, necesarias para avanzar por este camino de la transformación radical. En su libro "Las Tres Montañas", el V. M. SAMAEL AUN WEOR, nos habla precisamente de la paciencia y de la serenidad, en los siguientes términos

“Un día, estando en un Monasterio, un grupo de Hermanos aguardábamos impacientemente al Abad, al Hierofante; mas éste tardaba, pasaban las horas y éste tardaba, todos estaban preocupados. Había allí algunos Maestros, muy respetabilísimos, pero llenos de impaciencia. Paseaban por el salón, iban y venían, se jalaban el cabello, se jalaban las barbas, impacientes; yo permanecía sereno, tranquilo, pacientemente aguardaba: únicamente me causaba curiosidad estos hermanitos impacientes.”

“Al fin, después de varias horas se presentó el Maestro, y dirigiéndose a todos les dijo: "A ustedes les faltan dos virtudes que este hermano tiene"; y me señaló a mí. Luego, dirigiéndose a mí, me dijo: "Dígale, usted, hermano, cuáles son esas dos virtudes". Entonces yo me puse de pie y dije: "Hay que saber ser pacientes, hay que saber ser serenos"...

“Todos quedaron perplejos; enseguida el Maestro trajo una naranja, que es símbolo de esperanza, y me la entregó aprobándome, quedé aprobado para entrar a la Segunda Montaña, que es la de la Resurrección; los otros, los impacientes, quedaron aplazados.”

“Se me citó después en otro Monasterio, para firmar algunos papeles que tenía que firmar, y así lo hice; más tarde concurrí a ese Monasterio, firmé los papeles y se me entregaron ciertas instrucciones esotéricas; se me admitió en los estudios de la Segunda Montaña, y aquellos compañeros a estas horas, todavía están luchando por lograr la paciencia y la serenidad, pues no la tienen."

“Vean ustedes lo importante que es ser paciente y ser sereno. Así, cuando uno está trabajando en la disolución del “Yo”, y por nada de la vida consigue disolverlo porque se ha vuelto muy difícil (pues hay “Yoes” así, que se relacionan con el Karma), no le queda a uno más remedio que multiplicar la paciencia y la serenidad, hasta triunfar. Pero muchos son impacientes, quieren eliminar tal o cual “Yo” de inmediato, sin pagar el precio correspondiente, y eso es absurdo.

En el Trabajo sobre uno mismo, es necesario multiplicar la paciencia hasta el infinito, y la serenidad hasta el colmo de los colmos; quien no sabe tener paciencia, quien no sabe ser sereno, fracasa en el camino esotérico.”

“Obsérvense ustedes en la vida práctica: ¿son pacientes, saben permanecer serenos en el momento preciso? Si no tienen esas dos virtudes, pues hay que trabajar para conseguirlas. ¿Cómo? Eliminando los “Yoes” de la impaciencia y eliminando los “Yoes” de la falta de serenidad (los “Yoes” del enojo, son los que no permiten la serenidad).

¿Qué es lo que buscamos nosotros a la larga con todo esto? Cambiar, pero cambiar totalmente, porque así como estamos, incuestionablemente lo único que hacemos es sufrir, amargarnos la vida. También cualquiera puede hacernos sufrir a nosotros, basta que nos toquen una fibra del corazón para que ya estemos sufriendo.

Si nos dicen una palabra dura, sufrimos; si nos dan unas palmaditas en el hombro y nos dicen unas palabras dulces, nos alegramos; así somos de débiles: no tenemos poder sobre nuestros procesos psicológicos, cualquiera puede manejar nuestra psiquis.

¿Quieren ver ustedes a una persona enojada? Díganle una palabra dura y la verán enojada, y si quieren verla contenta, denle una palmadita en el hombro, díganle unas palabras dulces y ya cambiará, ya estará contenta. ¡Qué fácil es, cualquiera juega con la psiquis de los demás; qué débiles somos!

Se trata, pues, de cambiar, de que todo esto que tenemos nosotros de débiles sea eliminado; hasta nuestra misma identidad personal debe perderse para nosotros mismos. Esto quiere decir que el cambio debe ser tan radical, que hasta nuestra misma identidad personal (yo soy fulano de tal, etc.) debe perderse para sí mismos; llegará el día en que no encontraremos nuestra misma identidad personal. Si se trata de convertirnos en algo distinto, en algo diferente, obviamente hasta la misma identidad personal debe perderse.

Necesitamos convertirnos en criaturas distintas, en criaturas felices, en seres dichosos, pues tenemos derecho a la felicidad; pero si no nos esforzamos, ¿cómo vamos a cambiar, de qué manera? ¡He allí lo grave!



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